Solía quedarse
sentada frente a la ventana de su cuarto viendo como las gotas de lluvia se
estampaban contra el suelo, así, frágiles, sin tener ningún sitio donde
agarrarse.
Y en esos momentos era cuando se daba cuenta de que en ocasiones
había sido como una gota de lluvia, se había dejado llevar hasta su destino sin
oponerse a nada, dejándose caer hacia el suelo.
Sin embargo cuando veía asomar
algún rayo de sol entre las nubes desde las que caían esas gotas, recordaba que
todos los días sale el sol y que después de la tormenta siempre llega la calma.
Daba igual que su destino fuera estamparse contra el suelo, el caso era que
nunca fuera una gota más para formar el charco, si no que fuese una de esas
gotas que se evapora con el calor del sol y resurge con más ganas de seguir a
delante que nunca.
"Ser valiente no es solo cuestión de suerte"
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